Esta última semana he estado estudiando a la generación beat. Algo influenciado por su visión y movimiento, esto fue lo que salió tras una sesión de escritura espontánea: La busco pero no está, se ha marchado lejos la miro y no la veo, pues no es ella, es su reflejo A cada ráfaga de viento la oigo, la siento Oscuros recuerdos, dichosos los tiempos dulce tu tacto, aunque amargo fue el beso No sé, quizá fue un sueño de flores silvestres, de pastos y lienzos sudores ajenos, brotes y enfermos De una musa y el vanidoso maestro Rota hasta los cimientos la bella escultura que era su cuerpo Triste, solo y abandonado, como un perro apaleado capturo palabras que huyen, que escapan de mi pecho que cuando hierven y brotan me dejan roto, deshecho Palabras necias de un sordo, palabras sordas de un muerto. Extraño, desordenado y duro, a la vez que profundo. Así veo a los Beats. «La generación maldita», los escritores que tanto dieron que ha