A estas alturas todos hemos tenido noticias sobre la trágica pérdida de 150 almas en el terrible accidente aéreo de hace un par de días. Se me hace difícil creer por mi fe natural en las personas que alguien en su sano juicio, que sacrifica todo lo que hay que sacrificar para llegar a ser piloto de transporte en una linea aérea decida sin más estrellar con sus propias manos un avión con mujeres, niños, bebés, jóvenes, recién casados, padres de familia... a bordo. Cada día practicamos ejercicios de confianza al apagar de algún modo nuestro mecanismo instintivo de seguridad y supervivencia, poniendo nuestras vidas en manos de todo tipo de pilotos y chóferes: de motos, coches y metros, de trenes y de aviones. Me pregunto cómo puede alguien romper ese acuerdo tácito para la seguridad general. Hace apenas unos minutos el responsable de Lufthanasa, Carsten Spohr, ha dado la cara, como corresponde en una situación como esta, con total transparencia. Dándonos en rueda de prensa todos